26 de marzo de 2011

Sunset Park de Paul Auster


SUNSET PARK
Novela
Paul Auster
Anagrama 2010
Panorama de narrativas
Título original: Sunset Park 2010
Traducido del inglés por Benito Gómez Ibáñez
278 páginas

Aunque no se puede considerar a Paul Auster como un novelista filosófico ni como un novelista de grandes controversias, estamos viendo en sus últimos libros un creciente interés por la situación social en Estados Unidos y en particular en el segmento de población más joven. Si en Invisible su anterior novela, esta preocupación se escondía detrás de otras preocupaciones y sobre todo detrás de sus ensayos de metaliteratura y relatos con tiempos y narradores diferentes, en Sunset Park, su última novela, vemos a un Auster volcado directamente en la situación de una cierta juventud americana desencantada y tan actual como la crisis financiera, los desahucios o la presión mediática a favor del reciente Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo. Se trata de una novela absolutamente lineal, narrada en tiempo presente inmediato que abarca desde el otoño de 2008 a la primavera del 2009.


Un personaje joven, Miles Heller, de 28 años aglutina en torno a él diversos familiares y amigos que Auster describe no tanto para adentrarse en sus vidas, problemas o sentimientos, como para crear una historial coral que nos sitúa en el Nueva York de la era post-Bush, frente a una generación de jóvenes desahuciados ellos también, golpeados por las circunstancias que les ha tocado vivir, luchando por salir adelante en un mundo adverso, aunque para ello tengan que pagar un alto precio.


Miles, de temperamento vivo pero débil, se siente culpable por un desgraciado accidente que se llevó la vida de su medio-hermano Bobby. Sin dar explicaciones abandona los estudios, huye de casa, y ejerce varios empleos durante siete años, el último de los cuales le lleva a Florida donde trabaja en una empresa que se dedica a adecentar las casas que por motivos de impago de hipotecas y desahucios los Bancos quieren volver a vender. En Florida se enamora de Pilar, una joven de 17 años de origen cubano. Sin embargo, el celoso chantaje de la hermana, y para evitar problemas con la policía en el puritano ambiente americano, Miles regresa a Nueva York a la espera de que Pilar cumpla los 18 años.


Miles, se instalará en una casa okupa en el distrito de Sunset Park en Brooklyn junto a su amigo Bing Nathan, Batería en una orquesta y dueño de un curioso local, el “Hospital de cosas rotas” y que a espaldas de Miles ha estado pasando información a la familia sobe el paradero de su amigo. La brillante y acomplejada Alice Bergstrom que prepara su tesis doctoral , y la guapa y depresiva Ellen Brice, completan los ocupantes de una casa destartalada donde se han instalado ilegalmente con el continuo temor de una visita de la policía.


Todos ellos son personajes, inteligentes y valiosos, pero al mismo tiempo tristes, heridos, desesperanzados y cada vez con menos ganas de buscar salidas. Entre ellos, Miles es el más típicamente Austeriano, atormentado y silencioso, en lugar de enfrentarse a los problemas huye. El peso de la familia, la brillante e independiente carrera de su madre actriz, el cariño de padre, dueño de una editorial, todo parece contribuir a incrementar su sentimiento de fracaso.


Evidentemente, Auster no podía conformarse con simple relato lineal. A través de un ingenioso juego de espejos, proyecta sobre la situación actual, la que siguió a la Segunda Guerra Mundial y lo hace con la película “Los mejores años de nuestras vidas” de William Wyler que en algún momento todos los personajes de la novela han visto y que sirve de base a la tesis doctoral sobre la que trabaja Alice.


No es este el único guiño que Auster hace a la cultura; una redacción del joven Miles Heller (en realidad una redacción de la hija de Auster), le permite introducir la novela de Harper Lee ”Matar a un ruiseñor” y le da pie para introducir algo tan contundente como “Hay que haber estado herido para hacerse hombre”


Con un lenguaje sencillo, brillante, Auster nos lleva a través de 287 páginas por la vida de unos personajes y de una época, pero no hay conclusiones. Nada está cerrado. Los personajes siguen con sus problemas y sus dudas y nos quedamos con la sensación de ver aparecer un “Continuará”.

25 de marzo de 2011

A la vida se le puede pedir no más de lo que pueda dar



"A la vida se le puede pedir no más de lo que pueda dar: instantes de ternura, de enamoramiento, sorpresas, nosalgia y esperanza. Segundos de lucidez, momentos para disfrutar de la belleza, de la amistad, de las lágrimas y de las pasiones. Momentos que merezcan la pena"
                                                                   Javier Urra
                                            ¿Qué se le puede pedir a la vida?

16 de marzo de 2011

La primavera se anticipó en El Parque Natural de Cabo de Gata

Tengo que confesar que partía con muchos prejuicios sobre Almería como lugar para pasar unos días haciendo senderismo. Los áridos y variados paisajes de Tabernas que se hicieron famosos como plateaux de rodaje de muchos, y no siempre buenos westerns, no me atraía en absoluto y menos aún los mares de invernaderos de plástico donde miles de inmigrantes a menudo sin papeles se dejan la piel y contribuyen a la reciente prosperidad de esta provincia andaluza.


Del parque natural del Cabo de Gata sólo sabía que se trata de una zona de origen volcánico, agreste y en general muy despoblada. Una vez más se confirma eso de “ver para creer”. Regreso tan sorprendentemente encantado de la zona, de sus pueblecitos blancos, sus playas multicolores, su vegetación, sus diminutas calas, sus formaciones basálticas, su mar, y la limpieza de sus cielos, que tomé de inmediato la resolución de volver sobre tan pronto como me sea posible.


Se puede hablar del Parque Natural de Nijar-Cabo de Gata desde diversos enfoques: las guías turísticas inciden mucho sobre las diferentes formaciones rocosas fruto de erupciones volcánicas hace millones de años: dacitas grises, andacitas oscuras, granates rocosos, rocas oolíticas agujereadas como un queso de Gruyère, formaciones basálticas en forma de tubos de órgano, pero bastará acercarse a una playa y recoger las piedrecitas que a lo largo de los siglos, el mar ha pulido en gemas multicolores para darse cuenta que estamos en un terreno que ha sufrido profundos cambios por efecto de los volcanes..

Podría mencionar el pueblo fantasma de Rodalquilar creado de la nada para albergar a los trabajadores de una compañía minera que montó una instalación minera para extraer oro por procedimientos químicos. Aún pueden verse hoy casas derruidas y nombres de calles tan pintorescas como “Calle de la piedra Filosofal”. Las sedimentaciones de arena y reactivos químicos, han dejado un curioso lugar donde se podría rodar con caballos en miniatura una película del Oeste en el Cañón del Colorado.


O quizá refugiarme en el tipismo de los molinos de viento, las norias, los algibes y los torreones defensivos que jalonan toda la costa


Pero si algo me ha llamado poderosísimamente la atención ha sido la vegetación. Me he encontrado con un lugar despoblado de árboles, salvo escasos eucaliptos y algunas pitas pero de una abundantísima vegetación en plena floración en el mes de febrero. Una de las ventajas de caminar es que puedes pararte a examinar plantas, fotografiar flores, aprender de boca de tus acompañantes nuevos nombres: la jara, y la jara blanca, el cantueso, el tomillo y el romero, la amarilla margarita marítima (asteriscus maritimus), los asfódelos, la retama y las aliagas, la albaida, las siemprevivas y las escondidas orquídeas ya no son un misterio. Incluso el azufaifo, de nombre tan sonoro, enorme erizo vegetal que ahora en primavera esconde sus espinas tras diminutas flores amarillas. Vegetación rampante, que aprovecha cualquier resquicio de humedad, palmitos y chumberas que la almacenan el agua, y pitas que florecen una vez, lanzan al aire su lago vástago florido y luego mueren dando origen a nuevas plantas.

 
Acuciados por la velocidad y la falta de tiempo, acostumbrados a calibrar en función de la talla, estas con frecuencia diminutas plantas pasan desapercibidas. Una de las grandes ventajas de hacer senderismo es la de volvernos a la realidad cotidiana, al pequeño detalle, a lo ínfimo y diferente. Descubrirlo en el Parque Natural de Cabo de Gata ha sido gozada y un privilegio.

13 de marzo de 2011

Una artista artesana en Tárbena

La conocí por causalidad en la celebración del cumpleaños de Marisol. Ningún lugar mejor para preparar una barbacoa que su casa, casi perdida en plena sierra, a pie de Tárbena en la montaña alicantina.
Aunque llegó a España por primera vez hace muchos años, y a pesar de seguir viviendo un poco a caballo entre su Estocolmo natal y esta región, creo que actualmente se siente tan plenamente integrada en Tárbena como se integra su casa, discreta, en el paisaje agreste de estas montañas.

Cuando llegamos a su casa, sabemos casi de inmediato que nada aquí es casual, nada tampoco es prefabricado, de serie. Cada ladrillo, cada baldosa, cada mueble ha sido concebido, diseñado y construido para convertirse en la casa de una artesana que ha integrado el arte y la belleza no sólo en su modus vivendi sino también en el paisaje cotidiano de sus quehaceres.

Me llaman poderosamente la atención los baldosines que recubren su estancia multiusos: salón, cocina, despacho, lugar de tertulias; cada uno es diferente de los demás, todos han sido fabricados, decorados, barnizados a mano por Anne Marie. Cada uno es una cerámica artística en miniatura.

Entre sus manos, las piedras se convierten en coles, las hojas de las chumberas se vuelven macizas, una bandeja se convierte en un cuadro expresionista, y unas latas de cerveza chafadas y oxidadas, se transforman en cuadros llenos de luz y de belleza, portadores de algún mensaje y que se expondrán muy pronto en una Galería de arte de Estocolmo.
Me he parado a contemplar, en su sosegada belleza un cuadro recién terminado que muestra a una mujer cargando un fardo de leña. Sonríe valiente, a pesar de la carga y su mirada de refilón parece señalar que es autosuficiente y no necesita ayuda. Sin embargo, el paisaje que la rodea es aplastante y parece subrayar su soledad. El dibujo es claro y preciso como una viñeta y el frondoso y oscuro bosque en el que se mueve ocupa el noventa por ciento del cuadro e impide cualquier atisbo de luz. No hay cielo a la vista. La mujer está despojada de cualquier adorno, y tampoco vemos caminos, ni los pies de la mujer. ¿Camina o está quieta? ¿A dónde va? ¿Es totalmente feliz en su despojada soledad? Sólo Anne Marie lo sabe. No he querido preguntárselo. Finalmente, cuando una obra sale de manos del artista, ya no le pertenece. Cada uno de los que la miramos nos apropiamos de un significado hecho a nuestra medida.

12 de marzo de 2011

"Cum Jubilo"

Esta noche, mientras dormía, me vino a la mente de forma recurrente y hasta obsesiva una melodía de juventud. Por su ritmo y su cadencia sabía que se trataba de un canto gregoriano, pero por más que me esforzaba nada me permitía localizarlo, o al menos ponerle un título.

En mi mente, los arpegios, se sucedían, se engrosaban y disminuían como hacen las olas cuando, en un día tranquilo, mueren en la playa. Oía una y otra vez girones de melodía con una sola cosa clara: el volumen crecía y se afinaba como el murmullo de un mar en calma.

Con tan escasa información, esta mañana he comenzado a investigar diversas piezas de canto gregoriano, y tras no pocos clicks en el buscador de internet, por fin encontré la cantinela que  había invadido mi mente: en efecto, se trataba del Kyrie de una misa gregoriana, pero no era el popular Kyrie de la misa “de Angelis”, sino del modo “Cum Jubilo” que se canta particularmente en las festividades de la Virgen María.

Me dejé mecer otra vez por esa bella melodía que parece una barcarola, mientras evocaba mis años en aquel colegio de Italia, y recordé a mi profesor de música, el Hno. Konstantin, aquel fenomenal músico que por entonces, aún convalecía de las secuelas que le había dejado la II Guerra Mundial.

10 de marzo de 2011

Poema


XIII
Nada de lo que diga dará cuerpo
al milagro de un pétalo. Acaricio
su vértigo y temblor, su luz en fuga
hacia la oscuridad que asperja el día
y alumbra el refulgir de su deseo,
un latido solar de la belleza.
Suave punta dormida entre mis yemas.

Jorge Valdés Díaz Vélez
Otras horas  (2010)