30 de diciembre de 2008

Y finalmente, Gracias a vosotros


Y finalmente Gracias a vosotros,

A vosotros, técnicos, albañiles, fontaneros, electricistas,
que hacéis que las cosas funcionen y reparáis las que están cansadas.
A vosotros, transportistas, pilotos, maquinistas, conductores de autobús
que nos lleváis y nos traéis por los senderos del mundo.
A vosotros, médicos, enfermeros, militares, guardias, policías y bomberos,
que habéis hecho de nosotros un acto de servicio.
A vosotros, maestros, profesores, mentores, amigos del pasado
que ya no estáis pero cuya huella no puedo borrar.
A vosotros los condiscípulos de escuela, los colegas de universidad
y los compañeros de trabajo que me habéis empujado, ayudado o estimulado
A vosotros, amigos y amigas de ayer, amigos y amigas de hoy,
amigos y amigas de siempre y para siempre
A vosotros parientes idos y parientes lejanos, a vosotros hermanos y
a mi familia en la que crezco, gozo, sufro y me renuevo cada día.
A vosotros los que sin querer he omitido u olvidado, a todos de verdad
gracias por estar ahí, porque sin vosotros el mundo se vendría abajo,
por el pan y la sal y por tanto trabajo

Gracias

Gracias por la naturaleza


Gracias también:
Por el agua de lluvia que resbala en mi ventana
y los humildes ríos que surcan como venas el campo.
Por las nubes blancas que dibujan pantomimas
contra el deslumbrante cielo azul.
Por el sol que me alumbra y la luna que me hace soñar
y por los guiños de las minúsculas estrellas
Por el viento huracanado que hulula en las persianas
y por la suave brisa que mece las ramas del jardín.
Por el mar que ruge y levanta montañas de espuma,
y por las olas que peinan sus rizos en la límpida arena.
Por el tupido bosque que exhala al aire su verde aliento
y por las últimas hojas que caracolean y alfombran el paseo.
Por la blanca nieve que sacia la sed de los montes
y la escarcha invernal que viste de novia a las zarzas
Por los animales domésticos y los peces del mar
las frutas y hortalizas que nos sirven de sustento.
Por las flores del campo que adornan la existencia,
y los trinos gratuitos de los pájaros en sus nidos.
Por la naturalaza entera en la que vivimos y olvidamos
y a veces profanamos haciendo mal uso de ella.

28 de diciembre de 2008

Gracias por las cosas

>> Gracias por el obediente grifo que a un toque me dispensa agua en abundancia y me evita tener que ir buscarla a un pozo.
>> Gracias también por la cómoda ducha que me acaba de despertarme por la mañana, me hace sentir limpio y me da bríos para empezar el nuevo día.
>> Gracias por el discreto interruptor que ilumina las habitaciones a un toque de mi dedo sin tener que recurrir a las velas y los candiles que ahúman y ensucian las paredes
>> Gracias por los radiadores escondidos detrás de las cortinas, que hacen que toda la casa esté cálida y acogedora, aunque en el exterior nieve y haga ventisca.
>> Gracias por los limpios cristales de las ventanas que inundan la casa de luz durante el día y me permiten mirar al exterior y contemplar bellas puestas de sol al caer la tarde.
>> Gracias por las sillas y las mesas que hacen tan cómodas las acciones de todos los días y aquellas en particular que más nos gustan como compartir el pan y la palabra.
>> Gracias por el frigorífico que conserva los alimentos y me evita tener que salir en su búsqueda todos los días.
>> Gracias por la cocina de vitrocerámica, tan limpia, tan inofensiva, y que con tanta rapidez cocina, hornea, fríe, cuece, guisa los alimentos que le confiamos.Gracias a todos los utensilios de la casa que mis abuelos no conocieron y que me hacen hoy la vida tan cómoda que ni siquiera me doy cuenta de ello. Gracias.

19 de diciembre de 2008

Las otras caras de la Navidad

Es la Navidad
De los niños pobres.
Agujeros en las mangas,
Mugre entre los dedos,
Hambre de animal herido,
Festejan el nacimiento.
No hay globos
Ni regalos.
Una hoguera
De cuatro leños mojados
Calienta sin ganas
La navidad de los niños
Pobres.
No muy lejos,
Las risas y los juegos
Alumbran el pesebre.
Nadie pregunta
Cómo son los niños
Pobres.
No gusta
Que les muestren
Sus miserias.
Prefieren,
En la misa de
Medianoche,
Iluminar el sagrario
Con velas de colores.

Fernando Giucich (De su poemario: Clara) ( http://clarasofia.blogspot.com/)



Las viejas maderas crepitan junto a los cartones ardiendo. La noche es fría, y allá en el limpio cielo, las estrellas titilan, componiendo un mágico decorado.

Manos con guantes rotos, dejan ver unos pequeños dedos que se extienden acercándose a la fogata, buscando el calor.

En los bolsillos, un trozo de pan mordisqueado, con olor al queso, que hace tiempo desapareció.

Se oyen canciones que rompen el silencio de la noche, y la curiosidad infantil, le hace ir en pos del lugar donde suenan.

En aquella vieja calle hay una luz encendida que sale de un escaparate.

Junta su nariz al frío cristal, que se humedece con el vaho de su boquita, y contempla maravillado, todo lo que en sus sueños, cada noche imagina poseer.

Malena (http://eltinterodechina.blogspot.com/)


Bajarás la calle con los pies helados
Llevando en tus manos el trozo de pan
Y en la plaza vieja del árbol de fuego
El cielo y los sueños
Te harán capitán
De un barco velero con alas de seda
Repleto de cuentos donde navegar
Siguiendo la estela de la luna blanca
Lograrás el puerto
Es
La Navidad.

El Viento en la Isla. (http://vientoenlaisla.blogspot.com/)


Alguien mira sonriente al niño, sentado en el cuerno blanco de la luna.

Durante un buen rato, ha estado soplando suavemente, para que el aire llevase al pequeño, sus palabras disfrazadas en los copos de nieve que caen, en las notas musicales de las risas y en el pentagrama de las canciones que resuenan por la calle.

El chicuelo no sabe por qué, pero mientras encamina sus pasos a la plaza vieja, lleva grabada en su retina, la imagen de un barco velero que vio en el escaparate, casi oculto entre mil juguetes.

Sus ojos se abren con infinito asombro, al ver junto al árbol de fuego, un enorme barco, réplica perfecta del otro.

El hombre de la luna, sopla de nuevo, y la nave se eleva, una vez el niño a bordo, surcando aires y nubes, alto, alto, cada vez más alto.

La cola de un cometa estrellado, aparece repentinamente ante la proa, y por ella, desciende la nave hasta aterrizar frente a un humilde pesebre.

Sobre una sabanita, entre pajas, duerme un bebé al cuidado amoroso de sus padres, de un buey y una mula que con su aliento, intentan defender el cuerpecito infantil del frío intenso.

La temperatura es muy baja, no hay juguetes, ni globos, ni velas de colores, ni el bebé, ni sus padres, visten ropas bonitas y abrigadas, pero los labios del niñito dormido, se curvan en la más bella sonrisa que nadie haya visto, y la de sus padres, al contemplarlo, no lo es menos.

El barco comienza a balancearse, y el pequeño se apresura a subir. De regreso, en la plaza del árbol de fuego, corre apresurado hacia el escaparate. Su vista escudriña cada uno de los mil juguetes que se muestran ante él, pero… por ningún lado ve lo que busca: una sonrisa.

No hay ninguna en la tienda. De repente, repara en el reflejo de su propio rostro en el cristal, y es entonces, cuando advierte que sus labios dibujan una sonrisa, y que era tan bonita como la de aquel bebé.

Por alguna razón, cuando el pequeño se alejaba del escaparate, el frío era menos intenso en la noche.

Calle Quimera (http://callequimera.blogspot.com/)

Por las frías avenidas van caminando, pero no les preguntes, ni de dónde vienen, ni a donde van.
Caminan por sobrevivir. Mientras caminan, saben que están vivos. Sus pasos les llevan, y un instinto casi animal, les hace buscar cobijo.

Una chabola destartalada les llama la atención. Dentro hay luz y cuando llegan a la puerta del chamizo, se les ensancha la sonrisa.

La luz proviene de una hoguera encendida, y en torno a ella, niños y adultos extienden las manos. No es necesario insistir, dónde caben cinco caben siete y todos se apretujan un poco más, que de cuerpo con cuerpo nace el calor.

Las trémulas llamas ponen en sus mejillas color, mientras sus ojos brillan con un oscuro calor.

Atraviesan con su mirada las llamas y descubren el silencio que impera allá: Una mujer muy joven y tímida, mece en sus brazos a un rorro mientras los demás, le acunan con su silencio a su alrededor.

Lo envuelve en una raída toquilla, y cerca del fuego, lo deposita en un amplio cesto de mimbre.

Es Navidad.

Federico (Quizá soñar) (http://quizasoñar.blogspot.com/)


Sigue la noche, el frío arreció y las estrellas juegan con el crepitar de las maderas, pero alrededor de la hoguera, no hay nadie ya.

El barco no vuela atravesando el cielo, los niños de la calle continúan en aquella chabola dando su calor al bebé que nació y que duerme tranquilamente en los brazos de su madre que lo mira con amor.

Calor junto a calor. El padre saca de su vieja mochila, embutidos y pan, que comparten con ilusión.

Las barrigas agradecidas, hacen que los ojos se vayan lentamente cerrando. Cuerpos contra cuerpos dan siempre calor.

En sus mentes hay barcos que cruzan el espacio. Jóvenes capitanes que los tripulan por un camino cuajado de estrellas.

Sonrisas inocentes en sus labios y corazones llenos de emoción.

No hay luces en sus árboles, ni bolas de colores, ni espumillón.

Sólo una vida por delante y un futuro en el que creen que serán capitanes de veleros, y lo conseguirán, y nosotros lucharemos para que algún día puedan decir a sus hijos con un barco de juguete en las manos:

- “Uno de éstos, en una fría noche de diciembre, tripulé yo”.

- “Hijo mío: ¡Feliz Navidad!”

Malena (El Tintero de China) (http://eltinterodechina.blogspot.com/)
Fernando Giucich, Elsa(El Viento en la Isla), Avalon y Etinarcadia(Calle Quimera), Federico(Quizá Soñar) y yo, Malena(El Tintero de China), con nuestras manos unidas, a pesar de las distancias, os abrazamos con calidez y os deseamos una Feliz Navidad, con todo nuestro corazón.

15 de diciembre de 2008

Kirchner; "Cinco mujeres en la calle"


Cinco Mujeres en la calle
Ernst Ludwig Kirchner
1913, Museo Wallraf-Ritchartz (Colonia)
Óleo sobre lienzo 120,5 x 91 cm

“Ahora, en todas las paredes cuelgan Heckels y Kirchners, se quejaba en 1920 un crítico de arte ante la abundancia inflacionaria de arte expresionista, una tendencia que tras la Primera Guerra Mundial se había erigido como marca cultural de la República de Wiemar. Erich Heckel y Ernst Ludwig Kirchner eran considerados los máximos exponentes de dicho estilo. Junto con compañeros afines, en 1905 fundaron en Dresde el grupo artístico Die Brüecke, que un año más tarde publicó un programa dirigido a una “nueva generación tanto de creadores como de espectadores”, a la juventud como portadora de futuro, a todo aquel que “de forma directa y auténtica” trasmite “lo que le impulsa a crear”.
El aura conscientemente acentuada de exotismo y primitivismo y la libre sexualidad constituyen la clave de la desenfrenada “naturalidad” y alegría vital de la creación expresionista, la flecha envenenada contra el mundo tecnócrata y burgués, un gesto oposicionista, indudablemente sin fundamentos políticos.
La serie de cuadros urbanos comenzada en 1914 tuvo su inicio en el cuadro Cinco mujeres en la calle, completado en Colonia en 1913: en esa escena nocturna, las mujeres situadas en la acera resaltan bajo el cono de luz que arrojan las farolas; a la derecha se insinúa un escaparate y a la izquierda, la rueda de un coche; la perspectiva queda rota. De este modo, Kirchner estableció el prototipo de la mayoría de sus cuadros dedicados a la calle, un prototipo que le permitía rescatar a los individuos del anonimato de las masas. Las mujeres elegantes aunque no llamativas, adoptan una posición afectada; son busconas como las que rondaban en cuadrillas y con un marcado desinterés por la calle Friedrich y la Plaza Postdam

Richard Anthony: J'entends siffler le train

Eran los últimos sesenta, principios de los setenta, yo vivía en Eibar (Guipúzcoa) y mi novia, hoy mi mujer en León. No teníamos coche y las despedidas en la estación eran tan frecuentes que esta canción se convirtió casi en un nostálgico himno a la brevedad de los encuentros.

9 de diciembre de 2008

Muriel Barbery: "La elegancia del erizo"


LA ELEGANCIA DEL ERIZO
Novela
Muriel Barbery
Seix Barral 2007
Biblioteca Fornentor
Título original: L’élégance du hérisson 2006
Traducido del francés por Isabel González Gallarza
367 páginas


Muriel Barbery nació en Bayeux en 1969. Profesora de filosofía, es autora de la novela Una golosina (2000), traducida a doce lenguas. La elegancia del erizo es un fenómeno editorial en Francia, donde ha superado los 250.000 ejemplares venidos. La novela, cuya versión cinematográfica está ya en preparación será publicada próximamente en toda Europa y Estados Unidos.

No es lo mismo tener estudios que ser inteligente. Pertenecer a una clase social acomodada no implica tener cultura. La portera del edificio de la calle Grenelle nº 7 de Paris, ni tiene estudios, ni se codea con los vecinos de su inmueble, sin embargo tiene todas las dificultades del mundo para esconder su inteligencia y sus amplios conocimientos sobre literatura, arte o filosofía. De hecho, disimula vistiendo, poniendo los programas de la tele, y comportándose aparentemente según los patrones al uso entre las porteras de Paris.

Todo va bien, hasta que una niña de doce años, Paula, dotada ella también de una inteligencia poco común intuye que Renée Michel, la portera, no es lo que parece y que su mundo es mucho más complejo y enriquecedor que la banalidad y mediocridad que se esconde tras los lujosos pisos de sus padres y de sus vecinos.

Cuando empecé a leer esta novela de Muriel Barbery me sentí defraudado. Me esperaba una novela de acción y me encontré con algo así como una segunda versión de “El mundo de Sofia” de Jostein Gaardner. Afortunadamente, el mensaje que traspira en cada página del libro es mucho más sencillo: La filosofía, como decía Nietzsche, debe ser pensamiento para la vida y aunque de manera indirecta se haga referencia a Spinoza, Schopenhauer, Kant, Husserl o Ockham, sus teorías se reducen a un estilo de vida en el que prima la sencillez, el amor por las pequeñas cosas, la amistad, el amor.
La Sra. Michel puede disfrutar de la música clásica pero se entusiasma también con Eminem; busca en el Arte una filosfía de vida pero es sensible a la belleza de una naturaleza muerta de la Escuela Flamenca.

Nada en el relato sigue las pautas habituales de la novela. Es un libro atípico en su estructura, en sus personajes, en sus reflexiones sobre la guerra, la inmigración, las clases sociales, el sentido de la vida; y a pesar de tratarse de una novela sin trama, de un libro sin estructura, de una historia en la que no pasa nada, quedamos enganchados desde las primeras páginas.

Muriel Barbery, profesora de filosofía en la vida real, no da consejos, no utiliza la novela como receta de la felicidad, pero a mitad de la novela introduce un tercer personaje que le sirve de catalizador. El pequeño y arrugado sexagenario Kukuro Ozu, encarna esas virtudes de la vida sencilla características de la cultura japonesa: el culto por la belleza sin estridencias, la belleza de las pequeñas cosas, la comida exótica, el haiku el manga, el cine de autor. Nada de largos discursos, de frases intricadas o capítulos tediosos. Por el contrario el libro rezuma humor y algunas perlas como las que siguen:

“Ser pobre, fea y, por añadidura, inteligente, condena en nuestras sociedades a trayectorias sombrías y desengañadas a las que más vale resignarse lo antes posible. A la belleza se le perdona todo, incluso la vulgaridad”.

“A fin de cuentas quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás. Sí, eso es, un siempre en el jamás. A partir de ahora buscaré los siempres en los jamases. la belleza en este mundo.”

5 de diciembre de 2008

Días de frío en Burgos

Ya casi es invierno. Los chopos desnudos a orillas del río se dejan peinar por unos rayos de sol que languiden. La vista es preciosa, pero para no detenerse.