23 de agosto de 2007

Un suceso




Tal valiendo lo que vale un día,
sea mejor que el de hoy acabe pronto.
La novedad de este suceso, de esta
muchacha casi niña pero de ojos
bien sazonados ya y de carne a punto
de miel, de andar menudo, con su moño
castaño claro, su tobillo hendido
tan armoniosamente, con su airoso
pecho que me deslumbra más que nada
la lengua... Y no hay remedio, y le hablo ronco
como la gaviota, a flor de labio
(de mi boca gastada), y me emociono
disimulando ciencia e inocencia
como quien no distingue un abalorio
de un diamante, y le hablo de detalles
de mi vida, y la voz se me va, y me oigo
y me persigo, muy desconfiado
de mi estudiada habilidad, y pongo
cuidado en el aliento, en la mirada
y en las manos, y casi me perdono
al sentir tan preciosa libertad
cerca de mi. Bien sé que esto no es sólo
tentación. Cómo renuncio a mi deseo
ahora. Me lastimo y me sonrojo
junto a esta muchacha a la que hoy amo,
a la que hoy pierdo, a la que muy pronto
voy a besar muy castamente sin que
sepa que en eso beso va un sollozo.




Claudio Rodríguez

Me ha entrado un virus ( II )


Ha entrado un virus en el disco duro de mi ordenador... Me incomoda y me desagrada, como me desagrada pensar que más de una vez dejo virus igualmente perniciosos entrar en mi capacidad intelectual, pero me aterran sobre todas las cosas, los virus que subrepticiamente pudieran entrar en mi corazón, en mis sentimientos, en mi capacidad para emocionarme, para sentir amor, compasión, ternura, miedo, tristeza, entusiasmo o frustración.


Sé que este virus es menos drástico que el virus de la pereza intelectual, sé también que este virus tiene un escalado y sus manifestaciones admiten muchas fases de deterioro y muchos matices. El desmoronamiento es paulatino y la destrucción de los sentimientos no es nunca total, pero por eso mismo es más insidioso y podría estar muy tocado por la enfermedad antes de reconocerla o de que los demás la reconocieran en mi .



La destrucción de las emociones o de los sentimientos tiene además otro problema que es la dificultad de distinguir entre virtud y defecto, entre falla y temple. La valentía puede ser inconsciencia o tesón y fuerza de voluntad; la seriedad puede ser dominio de sí o insensibilidad


En el disco duro de mi ordenador, no voy poder actuar, tendré que esperar, pero en mi corazón y en mis sentimientos puedo actuar ya. El antivirus es conocido y al alcance de la mano. Basta querer usarlo. Poner el corazón en las cosas, los cinco sentidos en lo que nos rodea y los mejores sentimientos que sobreviven en nosotros, en nuestro trato con los demás


Toda una misión, pero como no aspiro a la perfección, aprovecharé estas vacaciones para cosas tan sencillas como emocionarme con el dibujo regular de una caracola, el azul de un cielo, o de un mar particularmente bello. Disfrutaré de los cinco sentidos, con los que me comunico con el mundo que me rodea, aprendiendo de nuevo el tacto de la arena o de una piel amiga, escuchando las olas o el silencio de la noche. Viviré mis emociones más despacio, saboreando la tranquilidad, la amistad, el cariño de los que me rodean, compartiendo mis emociones, abriendo el corazón a la vida y a la verdad!

Me ha entrado un virus ( I )


Un Simple virus, como el del catarro, se ha instalado en mi ordenador y ha trastocado toda mi semana de trabajo. Por mí mismo, no puedo solucionarlo. Ahí está, insidioso gusano que me va comiendo todo mi disco duro. Inteligente, ha atacado en primer lugar los programas ejecutables, las defensas del ordenador, los programas de inicio. Me ha cerrado todas las puertas. Ni siquiera puedo contemplar mi ruina. Deduzco que tranquilo ya de los ataques externos, se prepara ahora para merendarse tranquilamente los cientos de archivos que pacientemente he ido acumulando y no tuve la precaución de guardar en una copia de seguridad!

La inactividad forzosa me ha hecho pensar que quizá otro virus más pernicioso está a su manera destruyendo el disco duro de mi cerebro, de mi raciocinio. El virus no tiene nombre conocido, o quizá tiene tantos que ninguno es considerado particularmente peligroso: la pereza intelectual, el gusto por la evasión, la búsqueda de la tranquilidad, la necesidad de moverme, de hacer cosas, la incapacidad de estar quieto, el miedo a la soledad... En el fondo, es siempre el mismo, con diferentes nombres: este virus actúa como uno solo en el disco duro de mi cerebro y no le deja pensar. Cuanto más actúe y menos piense mejor... me puedo emborrachar con la acción, viajar al norte y al sur, leer libros, escuchar música, hacer cosas, llenar todos los vacíos de mi vida; pero sobre todo: ¡prohibido pensar!

Cierto que este virus actúa también ayudado por el entorno. Ya nadie quiere complicarse la vida. Pensar es un rollo. "¡Hay que vivir la vida y vivirla a tope!" oigo a menudo. Pero cuando indago más, me entero que vivir a tope consiste en irse de copas, en dormir poco, en rodearse de personas que actúan exactamente como yo, todos cortados por el mismo patrón de la copa de whisky, el chiste fácil y la música a todo volumen.

Si me considero un ser razonable y razonador, el disco duro de mi inteligencia aún no está del todo dañado. Estoy a punto de reaccionar, utilizaré las cosas sabiendo que son cosas, cuidaré de mi cuerpo sin olvidar mi espíritu. Disfrutaré de los paisajes, de los acontecimientos, del descanso pero me reservaré un cuarto de hora diario para tomar conciencia de que soy, de que vivo, y así, poco a poco, iré restableciendo con fuerza todos los programas dañados de mi intelecto.

22 de agosto de 2007

Días de menta y canela


DIAS DE MENTA Y CANELA
Novela
Carmen Santos
Plaza & Janès 2007
420 páginas

“Nochebuena de 2003. El cadáver de un anciano emigrante español es hallado en una cochambrosa buhardilla de Düsseldorf.
En España, Clara Rosell, una mujer madura que trata de abrirse camino como periodista tras años dedicada al cuidado de sus hijos, lee el suceso en una diario y recuerda los años en los que ella y su familia vivieron la emigración en Alemania. En ese momento siente la necesidad de investigar y escribir para su periódico la historia del anciano y las dudosas circunstancias de su muerte”.

En efecto ´"Días de menta y canela" un libro que engancha. Lleva entrelazados tres temas que al lector medio no le dejan indiferente: la intriga que constituye el armazón del relato, la aventura amorosa que no por predecible deja añadir su grano de canela, y naturalmente la curiosidad sobre unos compatriotas que hace tan sólo dos generaciones, salieron en trenes de tercera hacia una vida mejor y que debieran hacernos al menos comprender la esperanza con la que en aviones de ultramar o en pateras a través del estrecho arriban a nuestro país en busca de esa misma vida mejor.

Es curioso constatar la poca literatura que se ha escrito sobre la emigración española a Francia, Alemania y Suiza de los años sesenta. Parecería que queremos esconder que nosotros también tuvimos que recurrir al trabajo servil y al dinero de los emigrantes para levantar la titubeante economía de la España de los “40 Años de Paz”!

Por razones de estudios viví el final de esa época en Francia y tuve ocasión de hacer mi tesina en Sociología sobre las actitudes y adaptaciones al país de acogida de Españoles y Portugueses. No es este lugar para extenderme sobre las conclusiones del trabajo pero quiero destacar que como señala Carmen Santos el español que emigró en aquellos años lo hizo por razones económicas y con el firme propósito de retornar tan pronto como pudiera hacer realidad un sueño: un bar, una casa, una hacienda. Sueño que ciertamente, contribuyó más que cualquier otra cosa a mantenerles animosos pese a las mil penalidades y vejaciones de su estancia fuera de su país.

Degas: El ajenjo


El ajenjo de 1876 es el más famoso cuadro de café de Degas y uno de los más conocidos en general. El título es una invención posterior.


Degas le denomina simplemente, En el café. Cuando lo muestra en 1876 en Brighton, es comprado a pesar de sufrir drásticas críticas. Todavía en 1892 es abucheado en una exposición, tanto que el coleccionista se decide a revenderlo.

Dos amigos hacen de modelos en un café como pareja de enamorados. El ajenjo era una bebida extraordinariamente controvertida en aquel entonces, al que se achacaba el alcoholismo de la clase trabajadora. Zola lo describe en su novela “L’Assomoir”, aparecida igualmente en 1876.


La irritante mirada hacia arriba, la posición excéntrica de la pareja y la colocación de las mesas hacen que el cuadro aparezca como parte de un todo más amplio. El hecho de que la escena del cuadro esté en relación ajena con las personas, hace que éstas parezcan desorientadas y subraya su falta de relación, a pesar de estar sentadas muy cerca la una de la otra. Vemos aquí qué es lo que piensa Degas cuando dice que quiere “hacer retratos de personas en su postura usual y típica, escogiendo sobre todo para el semblante la misma expresión que para el cuerpo”.


Subraya las tristes expresiones también mediante el hecho de que, a su alrededor, la representación pierde rápidamente nitidez de tintas. Los oscuros reflejos en el espejo son expresión de la incomunicación e incrementan el aislamiento mutuo. Desde su punto de vista lateral, el observador pierde rápidamente toda seguridad en las relaciones, enturbiadas de modo desconcertante, entre figuras, espacio y reflejos.

21 de agosto de 2007

¡Qué solos se quedan los pueblos!

Dios mío, ¡Que solos se quedan los pueblos!

Pero seguramente esa frase no la dijo alguien que haya visitado Pedraza un sábado soleado del mes de Septiembre...

Soy un auténtico enamorado de esa vieja y señorial villa segoviana que ha sabido imponer la conservación de sus empedradas calles y floreados balcones y sigue manteniendo a rajatabla la prohibición de cualquier veleidad urbanística... Se lo pagamos con creces, pues se ha convertido en el lugar de moda, cercano a Madrid, donde comer cordero o cochinillo asado, visitar comercios y comprar antigüedades y productos de la tierra en sus numerosos comercios es un popular entretenimiento del fin de semana.

Desde luego que como sibarita y lobo estepario que soy, prefiero la Pedraza de entre semana, cuando el pueblo entero huele a romero y a leña quemándose en el hogar. Si es otoño y el día amanece soleado, no me importa el viento fresco que peina las nubes y las arremolina contra la vertiente norte del Somosierra. El ocre claro de la piedra, iluminada por el sol, la silueta sólida del castillo que se asoma al valle, los muros que rodean la villa y sobre todo los geranios que por doquier ponen una nota de color en las balconadas me hace sentir a gusto y disfruto plenamente de la villa.

Todos mis sentidos realmente gozan del lugar. En sitios como en Pedraza se oye la musicalidad de las pisadas. Desde temprano el humo de leña, las hierbas aromáticas y los vahos del asado al cruzar por delante de los restaurantes van azuzando el apetito... Pedraza desde luego no es una villa para compartir con todo Madrid, pero tampoco es una villa para corazones sombríos y almas solitarias... Las vistas, los olores, los sabores, y sobre todo esa gran serenidad castellana son para disfrutar en compañía...

Pedraza nos acoge a los visitantes con los brazos abiertos pero nos prohíbe circular en coche por sus calles, defiende sus tradiciones e inventa otras, como el festival de música y velas, para atraernos a su regazo los fines de semana. Es una bendición que se mantenga firme en la defensa de su patrimonio hecho de siglos. Su desvelo y su constancia nos proporcionan a sus forofos inolvidables recuerdos.



Finalidad del arte




“La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no copiar su apariencia.”
(Aristóteles).

20 de agosto de 2007

¡Sapristi!



Ana Isabel va a la oficina todas las mañanas temprano. Elige cuidadosamente su vestido porque a las ocho y media tiene una cita. Ella es tímida y retraída. Lleva ocho años viviendo en la urbanización y aún no conoce a nadie personalmente. Se ha cruzado a menudo con el vecino del adosado, pero no se ha atrevido a abordarle. No quiere que piense cualquier cosa. Como ella, parece vivir solo, se ha fijado que en la casa no hay ningún vestigio de presencia femenina y que cuando él llega por las tardes, la bolsa de la compra parece anormalmente vacía.

Como si se hubiesen puesto de acuerdo, esta mañana ambos han abierto la puerta de la calle al mismo tiempo. Se miran pero no se saludan, Ana Isabel, le sigue observando por el rabillo del ojo. Le calcula diez años mayor que ella, de cabello castaño, complexión atlética, pero no muy alto, tez bastante oscura. Se diría que viene del sur, y viste ropa deportiva sin marca. ¿Quién será? se pregunta; y a su mente acuden mil posibilidades… ¿ Un divorciado? (son tantos últimamente…) o un científico absorto por su profesión y protegido por su timidez, o un cura rebotado, un gay… ¿Quién sabe? Ella está curada de espanto. Su relación con Francisco, su primer y único novio la dejó vacunada para siempre. No quiere saber nada de los hombres. Son egoístas y ruines. Sólo quieren una cosa y cuando se la das, “a otra cosa mariposa”. Vuelan de flor en flor y sólo piensan en ellos, en su diversión, en sus aventuras.

Casi sin darse cuenta lanza un pequeño suspiro al tiempo que se da la vuelta camino del autobús. Respira hondo y se deja acariciar por los rayos tibios de este sol mañanero y otoñal. Cuando sube al autobús ha olvidado por completo a su vecino y sobre todo al odioso Francisco. ¡Ojalá se pudra en el infierno!

¡Qué bien que el bus llega puntual y despejado! Elige un asiento al lado de la ventanilla y sabe que en los próximos veinte minutos no tendrá que hacer nada. Se podrá distraer viendo fluir el tráfico, correr a la gente o preparar las primeras palabras para su cita mañanera.

Ana Isabel llega la primera a la oficina. Dispone de una llave maestra. Enciende las luces, se dirige a su mesa, coloca cada papel en su sitio y enciende el ordenador. Desde hace un par de meses disponen de Internet y les permiten su uso siempre que sea antes de las nueve o después de las dos y media. No hay necesidad alguna de poner vigilancia. El sistema bloquea automáticamente Internet fuera de las horas señaladas.

Cuando se enciende el ordenador aparece un perrito pequinés como fondo de pantalla. Es una foto algo cursi pero le da pereza cambiarla. Rápidamente pincha en el icono de Internet, echa un vistazo a la página inicial de Terra que le señala a golpe de vista las principales noticias del día, pero no se entretiene. Cambia a la página de Hotmail, pincha el icono del Messenger que gira y gira y parece que cada vez tarda más en abrirse y reteniendo el aliento espera… Todos los muñequitos que representan a sus amigas, están grises, se diría que aún siguen durmiendo. Pero hay uno encendido:, es el que buscaba. Lotario está ahí, luciendo verde resplandeciente, esperándola.

- Buenos días Lotario, ,¿estás ahí?
- ¡Ya lo ves! Buenos días Ada Rosa… ¿Qué tal día tuviste ayer?
- Ni fu ni fa… Algo de jaleo en la oficina, los chismes de Susana que me trae loca, y mi madre que no hace más que quejarse… ¿a ti que te parece? Seguro que tu has tenido un día más entretenido. Habrás estado con un montón de chicas…
- Ya te he dicho que yo no salgo con chicas. No conozco a ninguna y en el trabajo me da corte acercarme a nadie. A veces tengo la impresión que para ellas, soy transparente…
- Me lo vas a hacer creer… jajaja. Alguna te estará tirando los tejos y tú sin enterarte.
- No, de verdad, creo que fuera del trabajo o cuando voy al super, con la única persona que he hablado desde hace meses es contigo.
-No exageres, que te voy a creer.
-Bueno, créeme o no. Pero es cierto. Llevamos cuatro meses chateando en Internet y parece que te conozco de toda la vida mientras que las compañeras de la oficina sólo son sombras con tacones.
- Será que tu no quieres hacerles caso. ¿Cómo es posible que desde hace 6 meses que vives en esta ciudad nunca hayas coincidido con nadie que te haya gustado?
- Pues esa es la verdad. Encima, creo que cometí un error al irme a vivir a una urbanización porque no tengo la oportunidad ni tan siquiera de decir buenos días a los vecinos!
- Pero tienes el campo, la piscina, los árboles… y alguna vecinita solitaria, digo yo!
-Hablando de vecinitas, hoy he visto a mi vecina por primera vez. Creo que vive sola, pero es de las que van a lo suyo. Hará su vida social en otra parte. ¡Lástima que vivas en Barcelona porque me gustaría tanto poder tomar un café contigo y contarte cosas!
- Bueno, bueno, que yo no quiero ser tu paño de lágrimas, que todos empezáis llorando pero es para acabar riendo… ya me entiendes! Además, yo no vivo en Barcelona.
- Ah! ¿no? ¡Pues lo que me dijiste en uno de tus primeros mensajes!
-¡Chico, qué memoria! Ya sabes que al principio hay que ser precavida…que nunca se sabe. Hay mucho sinvergüenza suelto… Te dije Barcelona como te podía haber dicho Australia!
- No, de verdad, tu me conoces de sobra y sabes que a mi me gusta chatear contigo pero preferiría conocerte… que nos viéramos alguna vez, Ir a sitios juntos y tener temas en común de los que hablar!
- Pues mira, si quieres saber la verdad, te la voy a decir. Yo vivo en Madrid, igual que tú.
- ¡Sapristi!
-¿Qué dices, o mejor qué has escrito?

- ¿Sapristi? Ah! perdona, esa es una reminiscencia de mis años de colegio en los frailes! ¡Decíamos sapristi cada vez que queríamos decir un taco!
-Jajaja Es la primera vez que lo oigo!
- Bueno, Lotario ¡Qué nombre Dios mío! Espero que tu nombre real sea menos alambicado, porque de otro modo entendería que estés tan solo! Lo dicho, se acabó el tiempo. Dentro de un minuto el p… servidor me desconectará de Internet. ¡ Ciao! Hasta otro rato! ¡Cuídate!
- ¡Ciao! Ada rosa. Hasta otro rato.

Ana Isabel cierra Internet preguntándose todavía si ha hecho bien en decirle a ese extraño “Lotario” que ella también vive en Madrid. Chatear con alguien de la misma ciudad acarrea tarde o temprano el que te propongan conocerte…Pero los albaranes se amontonan en la bandeja y ya no hay tiempo para disquisiciones. Valiente, se pone manos a la obra y de momento, se olvida de su misterioso amigo virtual.

A la hora del café Susana se le acerca con una risita inquisidora… pero está dispuesta a no soltar prenda.
- Oye, se te veía muy embelesada tecleando en Internet a primera hora… ¡A ver si me le presentas!
- No sé de qué me hablas, Susana, escribía una carta a una amiga
- Je! je!.

Por la tarde Ana Isabel regresa a casa cargada con las bolsas de la compra. Estaba introduciendo la llave en la puerta cuando vio que la puerta del vecino se abría al tiempo que oyó un tremendo golpe, y el chasquido de algo que se rompe y toda la sinfonía de ruidos que acompañan esas pequeñas catástrofes de un jarrón, o un espejo que se hace añicos;; pero lo que no esperaba a oír por segunda vez en el día fue un sonoro y contundente: ¡Sapristi!

19 de agosto de 2007

Cámaras fotográficas


Estaba haciendo unas fotos a mi nieta cuando de pronto me fijé en la parte superior del visor de la cámara: cerca de cinco mil imágenes captadas con esta pequeña miniatura digital que tantas imágenes fugaces ha tratado de capturar...

Como volutas de humo, mis recuerdos se han empezado a agitar y en espiral envolvente me han llevado a mi primera cámara de fotos. La compré allá por los años sesenta en Penang, pequeña isla del norte de Malasia y puerto libre de impuestos. Acababa de pasar un año entero en Bangkok, y bien aconsejado decidí pasar mis vacaciones de verano en esa isla que me devolvía al clima templado de las costas europeas y me alejaba de tórrido, húmedo y sofocante calor de Bangkok. Siempre recordaré aquella pequeña Pentax con la que intenté captar imágenes y más imágenes de un país de ensueño. Eran imágenes en blanco y negro como correspondía a aquella época, pero los colores, los aromas, los sabores, la textura siguen intactos en mi memoria. Algunas de esas fotos, como la que preside este relato siguen desperdigadas en cajas de cartón o en algún álbum arriconado, pero curiosamente, siempre que me pierdo en ensoñaciones mi imaginación vuela hacia ese rincón guardado del pasado.

Desde entonces he tenido varias cámaras fotográficas. A todas las he tenido mucho cariño porque como bastón de ciego me han acompañado en mi trabajo, en mis viajes, en mis diversiones, en los eventos familiares, y en todos aquellos momentos en los que he sentido no tener ojos suficientes para absorber todas las sensaciones y las imágenes que se agolpaban ante mí.

Hoy, la pequeña Canon digital es la elegida y es feliz porque sabe que nunca hay una foto de más. Disparo a derecha y a izquierda, a veces sin ton ni son, porque ha desaparecido la barrera del coste, porque sabe que le esteré agradecido, con tan sólo haber captado una fotografía válida de las cien que han intentado capturar el momento. Las otras 99 se van al limbo de las imágenes "eliminadas" con un click tan banal que nunca más nos preguntamos qué ha sido de ellas.

Pequeña cámara Canon que has disparado cerca de cinco mil veces y me has ofrecido un centenar de bellos recuerdos para tí y para todas las que te han precedido, esta pequeña y nostálgica evocación fotográfica.

Chagall: Autour d'elle


Poeta, soñador, personaje exótico: Marc Chagall fue durante toda su larga vida un individualista y un artista solitario. Como judío que desdeñó soberanamente la vieja prohibición iconográfica, como ruso que rechazó la tradicional autarquía del arte eslavo, como miembro de una familia pobre y numerosa que conquistó la mundana elegancia de los salones de arte, Chagall fue una especie de viajero entre los mundos. Chagall tuvo siempre el encanto del inconformista, síntesis y medida tanto de la fuerza de integración de la cultura occidental como de su libertad. Una biografía no justamente cotidiana y su reflejo en un mundo de motivos extraños se transformaron en la importan del fenómeno Chagall, Y el artista nada dejó sin hacer para cultivar su imagen de forastero sorprendido que habla en voz baja, de ciudadano del mundo que permaneció niño, de visionario solitario. Su obra, profundamente religiosa y que expresa un gran apego a su tierra, es quizás la más insistente llamada a la tolerancia y al respeto a lo extraño que la modernidad fue capaz de producir.

16 de agosto de 2007

Un sólo amor


Me pregunto si nuestra vida está marcada por un solo amor que como los dioses védicos va sufriendo avatares o transformaciones a fuer de los años, los encuentros y las vacilaciones.

En algunos casos ese gran amor es el que estrena, con un estallido de fulgor, no sólo nuestros sentidos, sino también nuestros sentimientos. La vida puede truncar ese fulgor, alejar los caminos, extrañar los sentidos, cambiar los sentimientos, pero el trallazo de ese primer impacto sigue ahí, indeleble como marca de fuego que nos ha cauterizado para siempre. Nuestra vida puede seguir dando tumbos, podemos volver a enamorarnos, podemos incluso casarnos con otra mujer y tener hijos, pero nuestros amores, nuestras fidelidades y nuestras decepciones estarán siempre marcadas por el gran amor primero.

En otros casos, se hace esquivo, y como en una pesada broma nos somete a una interminable lista de pruebas y fallos como cuando, los ojos vendados, jugábamos a la gallinita ciega e intentábamos, palpando las ropas, adivinar el nombre de la amiguita que teníamos delante. Esas pruebas pueden ser más o menos largas, dejarnos marcas ligeras o profundas, incluso encadenarnos por leyes y contratos. Pronto nos damos cuenta sin embargo que no era eso lo que buscábamos. El sentido del deber, la compasión o la comodidad pueden habernos retenido al lado de la persona equivocada, pero sabremos siempre que hemos dejado pasar el tren de la felicidad. Algún día no obstante a través de cualquiera de las mil y una circunstancias de la vida, tendremos la mejor prueba de nuestro error. Ese gran amor que buscábamos está ahí, a nuestro alcance si tenemos un poco de suerte, inalcanzable quizá, la más de las veces, pero ya nada en nuestra vida será igual. Estamos frente a frente de ese amor, que será de verdad el gran amor primero, y que aunque no lo digamos, aunque no podamos decir nada, sentiremos que cala hasta lo más profundo de nuestro ser.
Para entonces, ya no será sencillo escapar al influjo de aquel recuerdo. Haremos esfuerzos, nos mentiremos incluso, buscaremos todos aquellos defectos y todos los errores que acompañaron aquellos primeros balbuceos, pero esos ojos, aquel gesto, aquellos labios vendrán a nuestra mente cuando menos lo esperemos y una nube cruzará nuestra mirada, un silencio súbito, o un suspiro traicionará nuestro gesto de hoy.
Habrá quien me diga que eso no es cierto, que cada día que nace, se estrena ante nuestros ojos una nueva vida, tan blanca, tan cuajada de posibilidades como queramos nosotros. El telón sigue alzado y en esa página blanca podemos escribir una y otra vez historias de amor a cual más absoluta. Me gustaría creerlo, pero no puedo engañarme. Mis anhelos no pueden apartar de un manotazo mis recuerdos.
Así las cosas pienso que lo más sensato es acomodar un huequecito en nuestra vida para él, para ese gran amor. Sabiéndolo cerca, aunque nos duela, siempre queda a nuestra mano el tratar de imitarlo, de reproducirlo a escala en la persona que llena ahora nuestra vida y nuestros anhelos.

15 de agosto de 2007

Canción de amor para tiempos difíciles



Difícil escribir te quiero con locura.
Hasta la misma médula. ¿Qué será de mis manos
si les roban la magia sonora de tu cuerpo?
Difícil. Muy difícil un poema de amor en estos tiempos.
Resulta que tú estás. Feroz en tu evidencia.
Resulta que yo estoy. Contrahecha. Acechante.
Y resulta que estamos. La ley de la gravedad no nos perdona.
Difícil es decir te quiero en estos tiempos. Te quiero con urgencia.
Quiero hacer un aparte. Sin dudas y sin trampas.
Para decir te quiero. Así. Sencillamente.
Y que tu amor me salva del aullido nocturno
cuando loba demente la fiebre me arrebata.
No quiero que me duela la falta de ternura.
Pero amor. Qué difícil escribir que te quiero.
Así. Entre tanto gris. Tanta encorva junta.
Cómo puedo aspirar la transparencia.
Retomar esta voz tan desgastada.
Esta costumbre antigua para decir te quiero.
Así. Sencillamente. Antiguamente. Digo.
Si todo es tan difícil. Si duele tanto todo.
Si un hombre. Y otro hombre. Y luego otro. Y otro.
Destrozan los espacios donde el amor se guarda.
Si no fuera tan difícil. Difícil y tremendo.
Si no fuera imposible olvidar esta rabia.
Mi reloj. Su tic-tac. La ruta hacia el cadalso.
Mi sentencia ridícula con esa cuerda falsa.
Si no fuera tan difícil. Difícil y tremendo.

Plasmaría este verso con su cadencia cursi.
Si fuera así de simple escribir te quiero.


María Elena Cruz Varela (1953)

14 de agosto de 2007

14 de Agosto 2006


Por fin llegaron las vacaciones… Decir que las esperaba sería un contrasentido. Sin embargo, me ha hecho recordar aquellas otras vacaciones con niños pequeños, con biberones, camas supletorias y más tiempo duchando, dando de comer, durmiendo a los hijos que el que disfrutábamos en la playa.

pero la llegada de mi nievecilla me ha hecho recordar aquellos años y la ilusión con que, pese a todo, valientemente emprendíamos nuestro viaje anual de vacaciones y volvíamos quizá más cansados que a la ida pero con la sensación de haber cosechado momentos únicos en nuestra vida de pareja.

Hoy, vacaciones y proyectos van de la mano. Quien más quien menos se hace algún propósito: leer algunos libros que esperan desde el verano pasado ese tiempo extra, escribir un artículo, acabar aquella base de datos de todos los CD’s de música o visigtar esa pequeña joya del románico cercana a nuestro lugar de vacaciones.

Mi propósito es sencillo: disfrutar de mi nieta, vivir el momento, gozar de la compañía de mis hijos, conversar algo y escuchar mucho.

12 de agosto de 2007

¿Amistad virtual?


Esta mañana me quedé pensando...
Chateaba, hablaba con una desconocida.
Sí, sé su nombre, está casada, tiene tres hijos, vive en Barcelona, pasa por un momento de grandes interrogantes, se busca y busca una vida más llena...
Pero, ¿es real?
En el fondo sólo la conozco a través de internet.
¿Sirve una amistad a través de internet para colmar vacíos, para curar heridas?
¿La realidad virtual es realidad a pesar de todo?
Y después de hacerme tantas preguntas sonreí feliz.
No hay amistades virtuales y amistades reales.
Hay amistades verdaderas y amistades falsas.
El camino por el que llegamos a la amistad es tan variado como los meandros del Amazonas.
Internet es uno de ellos, el trabajo otro, la soledad de la barra de un bar de medianoche también lo es.
El medio por el que llegamos a encontrarnos es lo de menos,
la chispa que surge del encuentro es esencial, la confianza también.
La comunicación es el resultado.
No me importa qué forma tome la comunicación.
Si me importara tendría que sospechar de mis motivaciones.
Sé que al otro lado hay una persona que siente, que palpita, que tiene anhelos, que busca, que sonríe, que se decepciona, que canta cuando llega a casa y que quizá en algún momento llora.
Yo tengo el privilegio de acercarme a ella,
y de callar la boca cuando no me pregunta.
Estar
y ser yo mismo.
Estoy convencido que eso le hace sentirse mejor,
porque si quiere puede hablar, gritar, chillar,
y también estar callada.
Sin necesidad de dar explicaciones
porque la amistad no exige.
La amistad está ahí, disponible, recíproca.
Y entonces sonrío,
Porque mi amistad, llámese como se llame,
la tilden como la tilden, tiene sentido,
si se mira de frente, con ojos limpios,
si se ofrece
si nos enriquece.

El lenguaje del cuerpo


EL LENGUAJE DEL CUERPO
Cómo interpretar a los demás a través de sus gestos
Ensayo
Allan y Barbara Pease
Amat Editorial 2006.
Título original: The Definitive Book of Body Language
Traducido del ingles por Isabel Murillo
406 páginas


Cuando nos ven por primera vez las personas nos evalúan y un sesenta por ciento de la imagen que se hacen de nosotros la concretan en los primeros cuatro minutos. Además casi el noventa por ciento de nuestras impresiones sobre el otro en ese primer encuentro están constituidas por impresiones no verbales.

Así de contundentes son los autores de este libro que recomiendo a cualquier persona que se encuentre a menudo en situaciones de tener que convencer a los demás, como profesores, oradores y vendedores.

El cuerpo, los gestos del interlocutor, emiten señales a veces tan potentes o más que sus palabras y nos dan señales inequívocas sobre la sinceridad de lo que dice. Hay gestos de manos y de pies que evaluados en su contexto nos aclaran sobre los verdaderos sentimientos del que habla. Del mismo modo que muchas veces la manera de sentarse frente a nosotros, de cruzar piernas o brazos nos están dando claros indicios de resultado final de nuestra negociación.

Si nos observamos atentamente unos minutos, nos daremos cuenta que nuestro cuerpo está emitiendo señales continuamente, son señales inconcientes y por ello mismo reveladoras de lo que nuestro boca no se atrevería a formular.

En resumen un libro muy interesante para todos aquellos que necesiten estar frente a un público y que necesiten por una parte que su cuerpo no desmienta sus palabras y por otra parte que aprendan a leer en los gestos de los demás lo que las palabras no les dicen.

9 de agosto de 2007

Señora escribiendo una carta con su sirvienta



1670 Señora escribiendo una carta con su sirvienta
Óleo sobre tabla 72,2 x 59,7 cm
National Gallery Dublin (irlanda)

Durante mucho tiempo este cuadro me ha servido de fondo de pantalla en el Ordenador. De alguna manera hay una correlación entre la escritura de hoy a través del PC y la de esa desconocida dama de hace 330 años, que escribe, concentrada, un « billet doux » o misiva amorosa a un admirador secreto y que será llevada de inmediato por la doncella que espera de pie, distraida mriando por la ventana.
Vermeer ciertamente no se prodigó como pintor. La escasa treintena de obras ejecutadas durante su carrera, son sin embargo minuciosas , casi escrupulosas réplicas de lo que podríamos ver o fisgar en un hogar flamenco en la ciudad de Delft hace 300 años pero son también un reflejo y una meditación moral sobre algunas de las fallas de una burguesía afanada en acaparar dinero mientras las señoras de la casa, ociosas, se distraen recibiendo visitas, tomando lecciones de música, bebiendo vino, o manteniendo correspondencia secreta con sus amantes.
Existen en contraposición, una serie de cuadros en los que Vermeer alaba y ensalza las labores hogareñas casi siempre ejecutadas por muchachas de servicio como el famoso cuadro del Rikjs Museum que nos muestra a la mujer vertiendo leche o el no menos famoso cuadro del Louvre de « La Encajera ».
Personalmente siento debilidad por este cuadro y más de una vez he sentido auténtica curiosidad por saber qué escribe esta dama que confiere ese sonrosado rubor a sus mejillas. Qué goces secretos o anticipados se reflejan en el sonriente semblante, en la descuidada concentración, qué hace que se olvide de todo, incluida la sirvienta pacientemente distraida mirando por la ventana.
Nuestro pintor no se esforzó demasiado buscando escenarios o mobiliarios nuevos para cada uno de sus cuadros. Sabemos, por el cuadro apenas distinguible en la pared, que se trata de una sala en casa de su suegra y tanto la ventana emplomada, como el rico mantel de brocado de la mesa aparecen en otros cuadros.
La luz es desde luego uno de los grandes protagonistas de este cuadro. Se derrama abundante y tamizado desde la parte alta de la ventana e ilumina el rostro de la escritora estableciendo un nuevo contraste entre la claridad que ilumina el folio y el secretismo y ocultación de lo escrito. Esa misma luz, descansa sobre los puños y el cuello inmaculados de la muchacha y se extiende sobre la blusa y el escote de la dama que queda así expuesta en toda su fragilidad de mujer sola, anhelante y frustrada. La luz resbala por fin sobre el mantel y subraya el drapeado bermellón y se posa sobre los relucientes baldosines que forman damero y conducen la mirada de nuevo hacia nuestra protagonista.
Contemplar un cuadro es a veces como abrir una ventana y dejar volar la imaginación. Quiero pensar por un momento que soy el feliz destinatario de la misiva. Saboreo sus dulces palabras, y el recuerdo de mis dedos sobre su piel. Me estremezco por el riesgo de cada encuentro, me deleito en la argucia de los pretextos, y en el descaro de nuestras miradas cuando estamos frente a otras personas. Parece como si estuviéramos desafiando a los amigos, y en particular a ese insulso y avaricioso marido que se pasa la vida buscando tesoros y se olvida que tiene una perla marchita en casa

Encuentro inesperado


Es posible que no te dieras cuenta, pero
ayer, por un momento, estuve a punto
de emborracharme viéndote. (Qué suerte
de alcohol habrá en tus ojos
me pregunto, tratando
de recordar la hora, aquella mesa,
con un par de cafés, y la delgada
longitud de tus manos.) No, no temas,
que no te haré la corte: no podría
correr tanto
peligro:
como tantas
veces he conseguido demostrar,
soy muy cobarde, amiga.


Víctor Botas
Historia Antigua 1987

Moscú revisitado




El resquemor inevitable que el viejo Tupolev de Aeroflot, que nos espera en la pista oliendo a una mezcla de keroseno y comida recalentada, se ha ido disipando. El avión despega con achacosa lentitud y parece que hacer cambio de marchas para subir a altitud de crucero. La cena, que en los buenos viejos tiempos incluía caviar en la clase ejecutiva, ha rebajado sus pretensiones. Apenas pasa de aceptable y el servicio a bordo es tan espartano como innecesario. Sin radio, sin película, sin ruidos, sin tan siquiera sobresaltos, vamos surcando la noche de luna llena hacia nuestro destino.


Cuando el avión comienza a descender sobre Moscú está amaneciendo. Me fijo en la mancha gris del paisaje, moteada de grandes extensiones blancas. Adivino que se trata de los lagos y claros nevados en medio de los grandes bosques que rodean a la capital. Tímidamente, el horizonte se va coloreando de un rosa pálido que difumina los perfiles y me introduce como en uno de esos estudios impresionistas de la luz realizados por Monet.


A punto de tocar tierra, grandes brochazos anaranjados han teñido ya los perfiles y Moscú aparece a nuestros ojos nevada, brumosa, humeante pero con la promesa de un tibio sol primaveral.


En el Control de Pasaportes nunca hay prisa. Las filas se hacen y se deshacen sin rigor alguno, pero sin acritud. Los turistas porque no tienen prisa, los viajeros frecuentes porque ya están acostumbrados y los paisanos de las repúblicas otrora hermanas, porque aceptan con fatalidad la situación como única posible, el caso es que la aceptación o la resignación es unánime y al cabo de una hora de hacer cola paso por fin bajo la mirada escrutadora de la joven aduanera cuyo empeño en su escrutinio, nunca logro averiguar si es a causa de un tic o deformación profesional y si de verdad he cambiado tanto en estos últimos meses que todo parecido de mi foto en el pasaporte con la realidad, es mera coincidencia. Estas colas tienen una ventaja: la maleta cuando llego a ella, está mareada de dar vueltas. El trámite de otro control aunque enojoso es más sencillo.


En la habitación del hotel del Golden Ring, instintivamente me acerco a la ventana. Desde el piso 17 contemplo la ciudad. Creo sinceramente que el gesto obedece al insistente deseo de plasmar sensaciones que una y otra vez se me escapan. Los penachos de humo de las centrales térmicas que además de proporcionar electricidad dan calor colectivamente a la ciudad, sumergen a ésta a primera hora de la mañana en una bruma lechosa semejante a la de las antiguas estaciones de ferrocarril. De los siete u ocho monumentos civiles estalinianos tres están a la vista.


A lo lejos, solitario y majestuoso el perfil de la Universidad, hierático navío de palo inhiesto, que parece vigilar desde su colina el sueño de la ciudad. Más cerca, en un magnífico recodo del río Moscova, totalmente helado, el ocupado ahora por el hotel Ucrania, vieja gloria del Imperio, y finalmente más cerca aún, el edificio sede del Ministerio de Asuntos Exteriores donde a esta hora tan temprana se observan ya muchas luces encendidas señal inequívocamente del seguimiento que desde aquí se hace de la azarosa situación internacional en la que Rusia se debate entre los intereses a corto plazo de inversiones americanas y participación en el petróleo Iraquí y los intereses a mayor plazo de volver a ocupar un puesto relevante en la hegemonía mundial capaz de plantar cara al gigante e irresponsable coloso americano.

17 de Marzo 2003

4 de agosto de 2007

Modigliani Desnudo Rojo



Desnudo tendido con los brazos abiertos
(Desnudo rojo)
1917 Óleo sobre lienzo 60 x 92 cm
Milán
Colección Mattioli


En diciembre de 1917 Zborowsky organizó una muestra en la galería de Berthe Weill en la Rue Taitbout. Weill, de origen alsaciano,era una de la figuras más originales del mercado del arte de aquellos años; bien aconsejada expuso a Matisse, Picasso, Dufy, Utrillo. Derain y naturalmente Modigliani.
El día de la inauguración del artista livornés, los desnudos expuestos suscitaron tal escándalo que el comisario de policía del barrio, que tenía sus oficinas frente a la galería, tuvo que intervenir amenazando con secuestrar los cuadros si no eran retirados de inmediato. Por fortuna, la exposición no fue clausurada, pero Weill y Zborowsky sólo consiguieron vender dos dibujos a treinta francos cada uno. Entonces Berthe, para no desanimar a Zborowsky, le compró cinco cuadros.
Es difícil imaginar el motivo por el cual los desnudos de Modigliani causaron tanto escándalo; desde luego el desnudo no era una novedad en la pintura. Sin embargo es posible conjeturar que el encuadre de la representación contribuyese a alejar la idea de una modelo colocada cuidadosamente en pose, acercando por el contrario la imagen a la realidad íntima de una mujer cualquiera desnuda sobre el lecho.

3 de agosto de 2007

Andorra

Querida María,
Quiero que cuando llegues mañana haya un mensaje mío desde este angosto valle que invita siempre y en todo momento a mirar al cielo para evitar el tropezar la vista con toda la quincallería que se exhibe en los escaparates de las miles y miles de tiendas que como prostitutas acicaladas te están diciendo a cada paso, entra y compra, entra y compra....
Mirar al cielo, digo, porque las altas montañas te cortan todo horizonte. No hay más dimensiones que la puramente ramplona, a ras de tierra, y pocos metros de nuestras narices. En esa dimensión, todo es luz, artificial por supuesto, colores chillones, olores fuertes (la venta de perfume está de moda en Andorra) oro y brillantes, ropa cara, zapatos italianos y quincallería, mucha quincallería salpimentada de paraguas a 2 euros y azúcar en el que te ahorras 10 pesetas por paquete.
La dimensión intermedia, la del horizonte falta. Montañas casi verticales encañonan el río Emvalira que baja furioso de las montañas como huyendo de tanto mercantilismo para echarse en los brazos más sosegados, austeros pero risueños del río Segre bendecido por los cielos limpios del valle de la Seo de Urgell. Entre las montañas, solo queda sitio además del torrentoso río para las casas a un lado y otro de la sinuosa carretera.
Afortunadamente, para los que superada la crisis consumista inicial, seguimos enamorados de Andorra, evidentemente este no sería un retrato completo. Andorra es mucho más. Andorra un paisaje de montañas nevadas, en invierno, de lagos y verdes praderas en verano, de un rosario de pueblecitos que auque orientados al turismo viven profundamente su pasado. Iglesias románicas de torres ochavadas que se levantan airosas como buscando a beber de la luz del cielo azul, lagos apacibles que reflejan rebaños de nubes blancas mecidas por la suave brisa del atardecer. Arpegios de esquilas de rebaños, profanados por el trepidante, chirriante y bullanguero automóvil que como sinuosa culebra serpentea como esclavo por la cinta negra de la carretera.

Andorra son también sus gentes: contrabandistas ancestrales reconvertidos en avispados y modernos comerciantes, multifacéticos, multiraciales, multilingües, pero como los pinos, como sus chalets, arraigados hasta lo más hondo de su ser en el alma viva de sus rocas.
He hecho buenos amigos en Andorra pese a la barrera del idioma. No he logrado nunca pasar una tarde con ellos sin que en presencia de otros locales no salten al catalán con la disculpa de que casi lo entiendo… pero no hay voluntad de ocultar sino la casi imposibilidad de hablar con un patriota una lengua que no sea la suya propia.

Siempre que subo a Andorra me hago el firme propósito de bajar como subí, con el maletero vacío. Caigo en la trampa una vez y otra, y siempre vuelvo a casa con algún gadget, con algún regalo que quizá hubiera comprado a mejor precio en Barcelona o en Madrid. Antiguamente, el pequeño afán de trampear frente a los aduaneros españolas con los cartones de tabaco, los radiocasettes o las cámaras de fotos sofisticadas añadía una excitación adicional a la bajada y la adrenalina del riesgo no se quitaba hasta casi llegar a Barcelona, pues era frecuente que te volviera a detener la guardia civil en algún pueblecito de Lérida. De eso sólo queda el recuerdo y la única excitación aún posible es la subida por carreteras heladas o con nieve en invierno y las largas y peligrosas caravanas de domingueros en los puentes y fines de semana de verano.

Alguna vez, querida amiga, he pensado que la única manera de subir a Andorra tu y yo sería mochila al hombro, cámara en ristre y sobre todo ojos dispuestos a no dejarse hipnotizar por los escaparates, oídos sordos a la bocinas de los automóviles y corazón palpitante en busca de aire puros y una borrachera de cielo azul sobre nosotros tumbados exhaustos en la hierba verde.

2 de agosto de 2007

Venas de nieve


VENAS DE NIEVE
Novela
Eugenio Fuentes
Tusquets Editores 2005
Colección Andanzas
267 páginas



Me ha gustado esta novela de intriga de Eugenio Fuentes porque la voz narrativa desarrolla una historia concisa, muy humana, que sabe manener la intriga y el interés hasta la última página.

Se trata de la vida de una mujer policía, Andrea, asignada a la unidad de Violencia de género, que desarrolla su cotidiana labor con profesionalidad y se enfrenta a la enfermedad de su hijo con no menos arrojo y constancia.

Esa lucha por conseguir arrancar al hijo de las garras de la leucemia, la obligará a recorrer varias poblaciones españolas e incluso a hacer una incursión en Alemania en bsuca de un posible donante de médula. Lo curioso del caso es que en cada lugar por el que acompañamos a Andrea, oímos el lenguaje, vemos los modos, y palpamos el ambiente que oiríamos, veríamos o sentiríamos en la vida real, cualquier día que pasáramos por alli.

Me llama sobre todo la atención el lenguaje sobrio, muy poco rebuscado, el lenguage que utilizamos cuando nos encontramos envueltos en nuestros propios pensamientos. Lenguaje sobrio pero sensato. Demasiado sensato a veces ya que Eugenio Fuentes aprovecha la profesión de la policía para sembrar el relato de acertadas reflexiones propias. Para muestra bastsa un botón:


A veces pienso, y lo que comprobado en mi trabajo, que es un error ser en exceso generoso con quien vive con uno, y no tanto porque nadie devuelve ni siquiera un aparte de todo lo que uno da, como porque nadie perdona que un día no se le siga dando. La generosidad a menudo termina creando una especie de privilegio en quien la recibe, de modo que se presenta como víctima el desposeído de pronto de un derecho que nunca debió recibir.


A todos nos gusta el dinero, sobre todo el dinero en efectivo, el que duerme en el banco como el genio en la lámpara de Aladino, esperando a que lo despiertes para salir a cualquier hora, gordo, amarillo y brillante, para ponerse a nuestras órdenes y satisfacer cualquier capricho. Pero a Nico no era la aparición del genio lo que le entusiasmaba, sino la propia existencia de la lámpara, que se resistía a frotar para no gastarla. Decía que el verdadero estado opuesto a la riqueza no es la pobreza, sino la debilidad. O eres rico o eres débil. Y aproa alguien como él, que durante toda su vida había gozado de los privilegios que da la fortaleza, su continuidad era irrenunciable.


Tenía miedo de que su tristeza terminara contagiándome, y de que también yo me dejara llevar por la pesadumbre, porque siempre he sospechado que, al contrario que la alegría, tan difícil de expandir en un ambiente hostil, la tristeza se propaga con facilidad, infecta por contacto, deprime por cercanía.


En resumen: un buen libro, bien escrito, entretenido y que mantiene la intriga hasta la última línea.